Todos los conflictos son procesos temporales. Muchas veces el operador puede verse solicitado por la urgencia, bajo el mensaje de hay que hacer algo Este es un pedido que se le hace a menudo, y encierra algo paradójico, pues siempre se hace algo, incluso cuando no parece estar haciéndose. La urgencia es activa, pero la demora también lo es. A veces no hay que actuar, sino contener. Y uno debe preguntarse a menudo ¿hasta dónde hay que hacer algo? Porque, si hacemos demasiado, paralizamos y obliteramos otras posibles fuentes de recursos naturales del sistema sobre el que intervenimos. Y si no hacemos nada, esto puede ser leído como incapacidad profesional. Hay que aprender a tolerar la incertidumbre que nos propone una situación de conflicto cuando exige que nos comportemos como expertos y aceptemos la delegación que nos hacen con el pedido.
Una manera de evitar tanto la acción ciega como la demora excesiva es, en la medida de lo posible, ayudar a que se consensuen propuestas de acción.
Hay que recordar que en los contextos relacionales uno no es el único dueño de su acción.